¿Sabíais que kéfir proviene de una expresión oriental que significa sentirse bien? Un buen pretexto para probar esta tendencia tan de moda en lácteos!
El kéfir está hecho con leche fermentada, es decir, es un buen probiótico. Las bacterias del kéfir hacen una fermentación lacto-alcohólica, que espesa la leche, haciendo pequeños grumos. Nos ayuda a equilibrar la flora gastrointestinal, importante para tener un buen funcionamiento digestivo y mejorar las defensas inmunitarias. Además tiene minerales como el calcio o el fósforo y vitaminas del grupo B. Durante la fermentación, la lactosa se disminuye, haciendo el kéfir más digestivo.
Dependiendo con que leche esté producido podemos encontrar kéfir de cabra, vaca y oveja. También existe el kéfir de agua. Este se hace con las mismas bacterias, mezclado con agua azucarada para que pueda hacer la fermentación. De esta manera las personas intolerantes a la lactosa pueden consumirlo sin problema.
Se recomienda empezar a tomar el kéfir en pequeñas dosis e ir subiendo gradualmente, ya que si nuestro cuerpo no está acostumbrado a tomar probióticos, puede sentarnos mal. Podemos consumir el kéfir como yogur, mezclandolo con fruta, avena, semillas o frutos secos. También como queso en ensaladas, teniendo en cuenta su textura cremosa y suave. Otra manera de consumirlo es como queso de untar e incluso para hacer batidos! De esta manera estaremos enriqueciendo nuestra bebida ya que tendrá un aporte superior de proteínas y micronutrientes.
¿Entonces, el kéfir ya es un habitual es vuestra nevera?
14-06-2018